El miedo y las perspectivas Macroeconómicas

El miedo y las perspectivas Macroeconomicas

18 jul El miedo y las perspectivas Macroeconómicas

Durante el pasado 2015 los mercados estuvieron sujetos a una gran volatilidad vinculada a riesgos reales como el crecimiento del mercado chino, los problemas de la banca europea, o una inusual y elevada oferta de petróleo. Todo ello provocó que durante el primer trimestre de este año los inversores sucumbieran al pánico al pensar en las consecuencias que supondría a nivel global que países como Estados Unidos entraran en una hipotética recesión. Según una encuesta de The Wall Street Journal, el 21% de los expertos en macroeconomía que participaron en ella pensaban que la recesión era inevitable.

Debido a la estrecha relación entre política y economía, tal riesgo ciertamente existe. Si se produjese un fuerte golpe al crecimiento del mercado chino o al sistema financiero de la Unión Europea el lento crecimiento de la economía global, iniciado con tanto esfuerzo, podría trastocarse en una recesión de alcance mundial. Lo más aterrador de todo es la posibilidad de que el próximo presidente de EE.UU. acabe convirtiendo su mandato en un espectáculo de audiencias al más puro estilo reality show.

A pesar de estas perspectivas sombrías, desde el punto de vista macroeconómico, las variables esenciales no parecen tan negativas en el país estadounidense. La confianza de los consumidores y los datos del empleo han mejorado y el peso del sector petrolero en el PIB nacional no es tan relevante como para poner en jaque a la economía del país.

Sin embargo, el panorama en los mercados financieros, si no de miedo, sí es de desasosiego. La consecuencia de ello es que si los inversores se preocupan por una posible nueva recesión y porque sus acciones sufran caídas acusadas, ese sentimiento pueda llegar a incidir en la economía real haciendo que el gasto disminuya y eso genere realmente la tan temida caída.

Por otro lado, el hecho de que EE.UU. haya conseguido seguir avanzando pese a las dificultades, da a entender que su consumo interno es sólido y robusto. Sin embargo este dato no parece que influya en los mercados ya que incluso los inversores que contemplan la economía estadounidense con más optimismo, están preocupados por la posibilidad de que la Reserva Federal Nacional considere que pueden continuar aumentando las tasas de interés debido al crecimiento, y esto ocasione grandes problemas para las nuevas economías emergentes.

Además del miedo, hay otros factores que también están influyendo en la alta volatilidad de los mercados. La más obvia es que la situación es realmente mala y en muchos aspectos, incluso peor que en la gran crisis de los 50, y por otra, están los problemas ocultos de la falta de liquidez de los grandes mercados que ocasionan las enormes fluctuaciones de precios. Pero sin duda la explicación más convincente es el miedo que existe en los mercados a que cuando los riesgos externos finalmente salgan a la luz, los políticos y responsables no sepan estar a la altura y solucionarlos. La mayoría de los países no han sabido implementar reformas estructurales para aumentar su productividad. A largo plazo, los factores de la oferta  serán los que determinen el crecimiento de un país pero si sus dirigentes no son capaces de acometer profundas reformas estructurales tras un periodo de crisis, será difícil encontrar una solución.

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